Photo by Jabi Iraizoz |
Photo by Greg Rabejac |
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entrevista a Pablo García
por Jabi Iraizoz
La
primera vez que vi a Pablo surfear fue un día en una derecha de roca un día de
surf cualquiera hace unos cuantos años. Escuché como contaba historias de olas
lejanas e imposibles de uno de sus recientes viajes a otros surfistas mientras
esperábamos la serie. Me pregunté quién sería.
Recientemente,
con el corazón encogido, pude observarle pilotar la moto de agua con precisión de
neurocirujano en la noche cerrada en olas de cuatro metros, esquivando con
maestría enormes espumas una y otra vez.
Pero
este hostelero profesional no se queda tranquilo solamente en la titánica tarea
de asistir a Axi Muniain en sus aventuras. Cuando cierra la persiana, no
importa la hora que sea ni los kilómetros por recorrer, si hay una sesión
grande y buena, es muy probable que Pablo esté y se lleve una de las bombas del
día.
¿Cómo
llegaron las olas a tu vida y empezaste a surfear?
Mis padres eran hosteleros y tenían dos bares
en el malecón de Zarautz. El Náutico y el Marina. Comíamos allí y hacíamos
nuestra vida en torno al primero, frente al mar. De ver a la gente insistí en
tener una tabla hasta que la conseguí. Tenía ocho años.
¿Y
las olas grandes?
Pues poco a poco. Iñigo Idigoras y Axi son
amigos de toda la vida y empezó la cosa cogiendo un poquito más un poquito más
y también por escapar de las multitudes. Es algo que no soporto, surfear con
mucha gente. Era una vía de escape para estar tranquilo. El pique con el
colega, que si este se ha cogido una de dos y medio, pues yo también. Con
catorce y quince años ya empezamos a movernos por los spots de referencia. Fue
progresivo.
Y por supuesto con la referencia de Ibon
Amatriain. Siempre nos hemos fijado en él para seguir sus pasos de pionero en
nuestra costa.
¿Cómo
te fue en competición?
Hace años hacía todo el Circuito Vasco,
también bastantes pruebas del Ballantines. En su día los EPSA. No se me daba
mal pero llegó un punto en el que no me llenaba mucho. Cogí el bar muy joven y
muchos fines de semana tenía que trabajar coincidiendo con los campeonatos. Y
como ya había conseguido buenos resultados no me seguía mereciendo la pena.
Prefería cogerme días para viajar y disfrutar surfeando que no competir.
¿Cuál
ha sido la ola más grande que has surfeado?
En Playa Gris. Al día siguiente de la gran
ola que pilló Ibontxo. No estaba tan grande pero de repente entró una serie
gigante. Era la época en la que todavía no usábamos ni chalecos de tow-in ni
tablas pesadas ni todo lo que hay ahora pero con todas las ganas. Fue en el
2007-2008. Esa a tow-in. A remada tradicional probablemente este invierno en
Roka Puta.
¿Cuál
ha sido la peor comida de tu vida?
Fue en México la primera vez que fui la
primera vez que entré al agua. En Pascuales. Me comí una serie de siete olas en
la que lo pasé muy mal. Estaba muy grande.
¿Cómo
se vive una comida en una ola de más de cinco metros a nivel físico, mental y
emocional?
Lo más importante es estar preparado
mentalmente. Los tres factores son importantes porque si estás bien físicamente
vas a aguantar mucho mejor y eso te sube el control mental. Si entras al agua
pensando que está demasiado grande vas mal. Tienes que entrar al agua
tranquilo.
La experiencia también es muy importante.
Saber que tu cuerpo puede aguantar debajo del agua mucho más de lo que tu
cabeza cree. Afrontar las cosas con serenidad.
¿Qué
pasa por tu cabeza cuando estás ahí abajo en la oscuridad?
Intento pensar lo menos posible. Pienso
tranquilo, ya has estado antes aquí y siempre has salido. No hay prisa, ya
saldré. Ahora con los chalecos etc…todo suma.
¿Qué
estadios pasas bajo el agua?
Eso depende mucho del sitio donde estés. Por
ejemplo en Roka Puta te sacude muy fuerte pero sabes que no estás profundo, que
en cuanto eso pare sales enseguida. En Galicia te mueve muchísimo el mar, de
repente te suelta y entonces es caída al vacío, a la profundidad. He tenido
dolor de cabeza y oídos del cambio de presión súbito. Donde rompe la ola cubre
muy poco pero justo después hay mucha profundidad. Es todo muy tranquilo pero
sientes que estás muy abajo.
¿Qué
se siente al bajar una ola así?
En el momento estoy muy concentrado en
hacerlo todo bien y no caerme. Ya cuando paso esa situación crítica llegan las
sensaciones al sacar el bottom y me llega la emoción de haberlo hecho, que
buena.
¿Cómo
te afecta la adrenalina a lo largo de un día largo de olas grandes?
Al principio de la sesión es cuando más
adrenalina bombeas. Por mucho que lleves tiempo mirándolo desde fuera, ahí es
cuando te vas a enfrentar a lo que hay. Luego, tras la primera ola me voy
relajando. Después de varias olas te relajas. Aunque hayas comido ves que todo
ha ido bien. Te vuelve a subir cuando viene la serie del día pero al principio está
a flor de piel, casi ni hablas.
Esos días son muy pocos y estamos todo lo
posible en el agua, hasta que el cuerpo aguante. Llevamos barritas energéticas
en la moto. He llegado a estar once horas en el agua, aunque eso fue en olas
más pequeñas, en Namibia, en el tubo increíble. Y como tienes que remontar
andando pues comes algo y bebes agua al pasar delante del coche.
Cuando las olas son muy buenas sacas fuerzas
de donde no hay. En cuanto sales del agua y te cambias no puedes ni moverte.
¿Cómo
gestionas el miedo?
Catalogar el miedo es muy complicado. Tengo
muy claro hasta donde llegan mis límites. Si que hay días que al entrar piensas
que está un poco más grande. Pero voy muy bien acompañado. Y entre todos creamos
una sensación de equipo. Nos cuidamos. Cuando estás solo se dispara. Ahora
llevamos una moto más de apoyo por si falla una tener la otra. El miedo es
peligroso. Si tengo miedo de verdad no tengo ningún problema en no entrar al
agua.
A Axi le sigo bastante pero por ejemplo en
Agiti le puedo lanzar en olas y yo igual no tirarme porque es una ola con unas
consecuencias muy serias que da mucho respeto. Yo calculo muy bien las cosas y
no tengo nada que demostrar a nadie. A veces entro y me quedo observando un
rato desde el canal. Es una línea muy delgada.
Háblame
de Galicia.
Allí hemos alucinado. Cuando cuadran todas
las condiciones hemos disfrutado de lo que siempre hemos querido, olas grandes
y tuberas, muy muy huecas. Al llegar allí pensamos buah¿qué es esto? Una ola de
cinco metros tubera no es nada habitual. Lo que más me ha llenado.
Galicia es increíble no solo por las olas.
Los parajes, la tranquilidad, la gente. Todo me llena allí. Me encanta.
Axi
se lamenta de que en más de una ocasión han puesto una foto tuya pillando
bombas en revistas de surf con su nombre en el pié de foto ¿Quién es Axi
Muniain para ti?
Es normal porque vamos muchísimas veces
juntos. Como él es más mediático pues los medios se han enfocado mucho en él.
Axi es amigo mío desde hace veinte años. Es
un compañero de surf increíble que es el que te hace mejorar. Es el mejor en
olas grandes de aquí. No hay nadie que se le parezca.
¿Y
si le dan alas a nivel mundial?
Tiene que hacer un sobreesfuerzo para poder
ir a Hawaii. Es porque es de aquí. Si hubiera sido francés estaría mucho mejor
esponsorizado para poder seguir las marejadas. Está perfectamente capacitado
para estar en lo más alto.
Cómo
compaginas tu trabajo en el Bar Bederen, punto de reunión de los surfistas más
core de Zarautz, con el surf.
Lo llevo bastante bien porque el surf que a
mí me gusta es el de invierno y hay menos gente en el bar. Puedo dejar a
alguien al cargo a no ser que sea fin de año. Pero también he salido a las
cuatro de la mañana con el coche sin dormir para Galicia para llegar y entrar
al agua un día grande. También me pasa aquí, porque suelo trabajar de noche y
dormir de día. A veces me he metido en Roka Puta habiendo dormido tres horas,
de seis de la mañana a nueve.
¿A
qué países has viajado con tu tabla?
México, Perú, Indonesia, Sudáfrica, Namibia,
Maldivas, Irlanda, Francia, Portugal, Marruecos y Australia. Muchos de ellos
repetidos. Cuando me gusta un sitio repito.
Has
tenido encuentros con animales en el agua.
Lo típico con delfines. Pero una vez con un
tiburón en Australia. Vi una aleta bastante cerca y no lo dudé. Me di la vuelta
y remé hacia la orilla y no pasó nada.
¿Qué
ola sigues surfeando en tu cabeza? (pregunta solicitada por un buen amigo y
lector, Mikeldi de Markina).
Pascuales en México. Es mi pequeño paraíso.
Cuando me meto en la cama se me va la cabeza allí.
¿Quieres
añadir algo más?
Pues que si hago lo que hago es gracias a mis
amigos, a Iñigo Idigoras y a Axi. Ahora también con Jerome, partner de Axi en
el agua. Me gustaría dar las gracias también a Gallo por los entrenamientos que
he hecho con él y porque es un tio increíble y se merece todo mi respeto.
También a Indar y la gente con la que surfeamos por aquí. Y por supuesto a
Koala que siempre da el callo. Y cómo no a Mikel Agote y a Ibontxo, por
observarle como un ejemplo a seguir.
Axi
Muniain sobre Pablo García
Para
mí Pablo es uno de los riders más grandes que ha parido madre en toda la
Península. Es un tío que se las mata callando. Le
caracteriza su silencio pero su constancia le hace brillar. Ha sufrido muchas
injusticias a la hora de publicar porque cuando era Pablo surfeando ponían mi
nombre y liadas de este tipo en publicaciones internacionales importantes. Pero
es un grande. Pablo está en todos los temporales y siempre que Jerome no puede
él responde como un titán, da igual las condiciones que sean. Ha estado en mil batallas.
Aunque él no surfee me echa un capote para
que la pueda liar yo. Tengo desde el mayor agradecimiento hasta la mayor estima
hacia él. Un tío grande en coraje y sensatez, muy calculador. No es muy
explosivo. Tiene sus momentos de euforia como todos pero generalmente después
de la sesión. Va progresivo, empezando frío y puede terminar acabando el más chalado de toda la p*** sesión. ¡Ese es Pablo García para mí!
Eli
Saez sobre Pablo García
Conocí a Pablo cuando tenía el pelo más largo
que yo hace catorce años. Me dio mi primer trabajo en su antiguo bar el Dada.
Descubrí la gran persona que aún sigue siendo hoy. Humilde, trabajador y otro
loco de las olas con un valor enorme. Cuando están juntos Axi y él en el agua
me siento tranquila porque hacen un gran equipo. Al fin y al cabo ¡lo llevan en
la sangre¡