Egun on kukuoyentes de esta emisora imaginaria.
Entre ola y ola quiero dedicarle esta entrada a Iker de dieciseis años y a estas alturas todo un peso pesado.
No te conozco Iker, pero tu osaba (tio) Joseba nos ha hablado mucho de tí a los compañeros de trabajo. Seguimos tu evolución como si te conociéramos desde hace mucho tiempo. Este blog lo sigue una pequeña tribu. Una tribu que vive mirando a La Mar y que aunque silenciosa, está ahí. Y te manda este mensaje de apoyo.
Por tu mirada y la expresión de tu cara veo la vida bombeando por tu cuerpo. Eres un toro. Y tras diez operaciones te has hecho un veterano luchador.
La vida no puede ser siempre como queremos que sea y lo que vemos como grandes contratiempos, nos dan la oportunidad de aprender cosas que no sospechábamos. Son lecciones que aprender. A tí te ha tocado curtirte por la vía más dura y me quito el sombrero mutil. Esto te va a dar unas tablas muy firmes.
¿Qué más puedo decirte? Pues que cuando salgas de tu pelea, si te apetece te espero en la playa con una tabla y un neopreno para pillar unas olas y que echemos unas risas.
Y que tienes a mucha gente siguiendo tus pasos, y una buena familia que por lo que se, te adora. Debes de ser un buen tipo. Sigue luchando txapeldun.
Besarkada haundi bat, un fuerte abrazo Iker. Dale kaña. Egurre!
P.D: te dejo una de mis fotos favoritas. Se trata de un lugar en el sudoeste de Australia. Si te fijas bien verás un todo terreno entre las dunas y una tienda de campaña. Eran las 6 de la mañana y no aguantaba más, me estaba meando y salí de la tienda. Subí hasta la duna descalzo y medio dormido y vi huellas de canguros que habían estado saltando por allí. En esas olas ese día estuvimos surfeando dos amigos con una familia de delfines. Para llegar allí tuve que pasarlo bastante mal y arriesgar mucho. Todo eso, te está esperando cuando salgas. Que hagas tu propio viaje un día, con tu historia y cuando lo hagas mándanos un relato y unas fotos.
Ondo ibili kukureaders.
diumenge, de març 29, 2015
dissabte, de març 28, 2015
1.299 Marruecos 2/3
El swell fue bajando y perdimos un día bueno en el campamento base explorando hacia el Sur. Al menos conocimos Tiznit, donde no había forasteros, un territorio bello y duro a la vez con virtudes y miseria, sin escenarios para turistas.
Los galeses nos dijeron que había estado muy bueno.
Un par de sesiones con mi viejo traje 3/2 mm de primavera me hicieron coger frío en la garganta. El paracetamol, aunque no me gusta medicarme, me acompañó varios días.
Buscamos nuestras olas en Imsouane, más al norte. Cambio de chip. Alquilar longboards y ajustar tu surf a olas tabloneras de ¡300m de largo! Una delicia para los sentidos y buena onda con Rachid, Bob y Omar en el agua, surfistas locales.
El primer día me dediqué a fotografiar a mis amigos ya que ese semi-gripazo me tenía bajo. No siempre se cumple ese dicho común de que el agua cura los catarros y mata los virus. A mi pocas veces me ha funcionado. Un día en seco y calor me fortalece para volver al agua. Así lo hice, pude disfrutar de mi sesión de longboard el segundo día.
Mientras veía a estos piratas disfrutar de olas interminables, (-¡tráeme un café! le gritaba Bob a Rachid al verle coger una ola entre risas) observé a los pescadores entrando a puerto en sus pequeñas embarcaciones de madera de proa alta como una babucha.
Como me gusta curiosear y observar las especies marinas investigué un poco. Llegué a una pequeña lonja donde solo había pescadores locales en un barullo de negociaciones entorno a la balanza. Me colé y fui caminando viendo los peces. Ese primer día vi un poco de todo y pensé que sería agradable comer pescado fresco (busqué tiburones y los ví el segundo día, ver próxima entrada). Finalmente acabé llevándome dos enormes centollos por los que pagué tres euros por los dos a un aitona (abuelo) marroquí.
De camino a la furgoneta entablé conversación con Hussein, un chaval muy simpático al cargo de un pequeño restaurante. Me dijo que los centollos eran algo romántico, que era para una mujer. Me entró la risa y le dije que no tenía mujer, que tenía ¡cinco tios hambrientos! Empecé a caminar pero pensé que quizás Hussein podía cocinarlos para nosotros si consumíamos algo más en su restaurante. Me dijo que ningún problema. Que prepararía unas ensaladas marroquíes, bebidas y unas buenas bandejas de patatas fritas y que nos veríamos en media hora.
Los colegas no pusieron muchas pegas a una mariscada a la brasa improvisada y disfrutamos de una comida muy buena.
Imsouane se convirtió en nuestro destino favorito aquellos días con nuestra pequeña furgoneta. Continuará.
Ondo ibili kukuoyentes de esta emisora imaginaria.
P.D: Un saludo especial a Jon, un euskaldun africano que tuvimos el placer de conocer en Taghazout y que se gana el plato a base de bellos disparos de su cámara. Aupa Jon!
Los galeses nos dijeron que había estado muy bueno.
Un par de sesiones con mi viejo traje 3/2 mm de primavera me hicieron coger frío en la garganta. El paracetamol, aunque no me gusta medicarme, me acompañó varios días.
Buscamos nuestras olas en Imsouane, más al norte. Cambio de chip. Alquilar longboards y ajustar tu surf a olas tabloneras de ¡300m de largo! Una delicia para los sentidos y buena onda con Rachid, Bob y Omar en el agua, surfistas locales.
El primer día me dediqué a fotografiar a mis amigos ya que ese semi-gripazo me tenía bajo. No siempre se cumple ese dicho común de que el agua cura los catarros y mata los virus. A mi pocas veces me ha funcionado. Un día en seco y calor me fortalece para volver al agua. Así lo hice, pude disfrutar de mi sesión de longboard el segundo día.
Mientras veía a estos piratas disfrutar de olas interminables, (-¡tráeme un café! le gritaba Bob a Rachid al verle coger una ola entre risas) observé a los pescadores entrando a puerto en sus pequeñas embarcaciones de madera de proa alta como una babucha.
Como me gusta curiosear y observar las especies marinas investigué un poco. Llegué a una pequeña lonja donde solo había pescadores locales en un barullo de negociaciones entorno a la balanza. Me colé y fui caminando viendo los peces. Ese primer día vi un poco de todo y pensé que sería agradable comer pescado fresco (busqué tiburones y los ví el segundo día, ver próxima entrada). Finalmente acabé llevándome dos enormes centollos por los que pagué tres euros por los dos a un aitona (abuelo) marroquí.
De camino a la furgoneta entablé conversación con Hussein, un chaval muy simpático al cargo de un pequeño restaurante. Me dijo que los centollos eran algo romántico, que era para una mujer. Me entró la risa y le dije que no tenía mujer, que tenía ¡cinco tios hambrientos! Empecé a caminar pero pensé que quizás Hussein podía cocinarlos para nosotros si consumíamos algo más en su restaurante. Me dijo que ningún problema. Que prepararía unas ensaladas marroquíes, bebidas y unas buenas bandejas de patatas fritas y que nos veríamos en media hora.
Los colegas no pusieron muchas pegas a una mariscada a la brasa improvisada y disfrutamos de una comida muy buena.
Imsouane se convirtió en nuestro destino favorito aquellos días con nuestra pequeña furgoneta. Continuará.
Ondo ibili kukuoyentes de esta emisora imaginaria.
P.D: Un saludo especial a Jon, un euskaldun africano que tuvimos el placer de conocer en Taghazout y que se gana el plato a base de bellos disparos de su cámara. Aupa Jon!
dissabte, de març 21, 2015
1.298 Marruecos. 1/3.
Gau on kukuoyentes de esta emisora imaginaria.
Por fin, tras tantos años pude ir a descubrir las olas africanas que tanto anhelaba.
Os dejo en tres entradas las fotografías de un viaje inolvidable junto con este extracto del diario de viaje.
Ondo ibili kukureaders!
14-2-14
Marrakech.
Aquí estamos en el aeropuerto Borja, Pedro, Ryan y Adam y me siento a escribir un rato. Son gente con mundo, con muchas experiencias, viajes a lejanos países y olas a sus espaldas. Gente sana que aporta y con la que se puede conversar durante horas. He hecho dos nuevos amigos.
Salimos huyendo de la nieve y gracias a las cubiertas de invierno de la furgoneta pudimos llegar a Madrid. Los problemas con la tarjeta de embarque con Ryan Air casi nos dejan en tierra pero lo logramos. Llegamos al aeropuerto de Marrakech a las once de la noche. Mientras cargábamos las tablas el coche de alquiler junto al nuestro no arrancaba. Había una familia marroquí en él y les ayudamos a empujarlo. Cuando traté de arrancar la Renault Kangoo que habíamos alquilado para explorar y mezclarnos con la gente local también estaba con la batería muerta.
Gracias al empuje de dos chavales marroquíes sumado al nuestro (morocan muscle decían jaja) pudimos arrancarla.
Conduje de noche distinguiendo el Atlas a nuestra izquierda en la oscuridad en una autopista desierta. Casi sin verlo impresionaban sus cimas nevadas. Pedro dormía atrás y Borja me acompañaba en la conducción. Ryan y Adam habían llegado desde Portugal y Sidney unas horas antes. Nos esperaban en el apartamento.
Todo y que no ha bombeado todos los días hemos podido disfrutar de la potencia y calidad de Killer al llegar. Dios mío, menuda ola. Tendré una sesión al anochecer clavada en la memoria para siempre. World Class y menos problemas para pillar olas que en casa. Se llama así porque las Orcas pasan por allí de vez en cuando. Tres de nosotros hemos visto una aleta en el horizonte. He ido rápido a por la cámara pero no ha vuelto a salir. Los pescadores no se han movido de allí, debe de haber un caladero..
Desde el apartamento vemos el pico, está en un lugar impresionante y tenemos de vecinos a unos galeses surferos unos veinte años mayores que nosotros. Longboarders. Se juntan todos los años para hacer algún surfari. Ojalá mantengamos la tradición como ellos. Que sigamos así muchos años. Será un buen indicador de que nuestras vidas van bien.
Cinco surfistas. Ronquidos, pedos, exploración y risas aseguradas.
Continuará...
Por fin, tras tantos años pude ir a descubrir las olas africanas que tanto anhelaba.
Os dejo en tres entradas las fotografías de un viaje inolvidable junto con este extracto del diario de viaje.
Ondo ibili kukureaders!
14-2-14
Marrakech.
Aquí estamos en el aeropuerto Borja, Pedro, Ryan y Adam y me siento a escribir un rato. Son gente con mundo, con muchas experiencias, viajes a lejanos países y olas a sus espaldas. Gente sana que aporta y con la que se puede conversar durante horas. He hecho dos nuevos amigos.
Salimos huyendo de la nieve y gracias a las cubiertas de invierno de la furgoneta pudimos llegar a Madrid. Los problemas con la tarjeta de embarque con Ryan Air casi nos dejan en tierra pero lo logramos. Llegamos al aeropuerto de Marrakech a las once de la noche. Mientras cargábamos las tablas el coche de alquiler junto al nuestro no arrancaba. Había una familia marroquí en él y les ayudamos a empujarlo. Cuando traté de arrancar la Renault Kangoo que habíamos alquilado para explorar y mezclarnos con la gente local también estaba con la batería muerta.
Gracias al empuje de dos chavales marroquíes sumado al nuestro (morocan muscle decían jaja) pudimos arrancarla.
Conduje de noche distinguiendo el Atlas a nuestra izquierda en la oscuridad en una autopista desierta. Casi sin verlo impresionaban sus cimas nevadas. Pedro dormía atrás y Borja me acompañaba en la conducción. Ryan y Adam habían llegado desde Portugal y Sidney unas horas antes. Nos esperaban en el apartamento.
Todo y que no ha bombeado todos los días hemos podido disfrutar de la potencia y calidad de Killer al llegar. Dios mío, menuda ola. Tendré una sesión al anochecer clavada en la memoria para siempre. World Class y menos problemas para pillar olas que en casa. Se llama así porque las Orcas pasan por allí de vez en cuando. Tres de nosotros hemos visto una aleta en el horizonte. He ido rápido a por la cámara pero no ha vuelto a salir. Los pescadores no se han movido de allí, debe de haber un caladero..
Desde el apartamento vemos el pico, está en un lugar impresionante y tenemos de vecinos a unos galeses surferos unos veinte años mayores que nosotros. Longboarders. Se juntan todos los años para hacer algún surfari. Ojalá mantengamos la tradición como ellos. Que sigamos así muchos años. Será un buen indicador de que nuestras vidas van bien.
Cinco surfistas. Ronquidos, pedos, exploración y risas aseguradas.
Continuará...
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