Gau on kukuoyentes de esta emisora imaginaria.
Por fin, tras tantos años pude ir a descubrir las olas africanas que tanto anhelaba.
Os dejo en tres entradas las fotografías de un viaje inolvidable junto con este extracto del diario de viaje.
Ondo ibili kukureaders!
14-2-14
Marrakech.
Aquí estamos en el aeropuerto Borja, Pedro, Ryan y Adam y me siento a escribir un rato. Son gente con mundo, con muchas experiencias, viajes a lejanos países y olas a sus espaldas. Gente sana que aporta y con la que se puede conversar durante horas. He hecho dos nuevos amigos.
Salimos huyendo de la nieve y gracias a las cubiertas de invierno de la furgoneta pudimos llegar a Madrid. Los problemas con la tarjeta de embarque con Ryan Air casi nos dejan en tierra pero lo logramos. Llegamos al aeropuerto de Marrakech a las once de la noche. Mientras cargábamos las tablas el coche de alquiler junto al nuestro no arrancaba. Había una familia marroquí en él y les ayudamos a empujarlo. Cuando traté de arrancar la Renault Kangoo que habíamos alquilado para explorar y mezclarnos con la gente local también estaba con la batería muerta.
Gracias al empuje de dos chavales marroquíes sumado al nuestro (morocan muscle decían jaja) pudimos arrancarla.
Conduje de noche distinguiendo el Atlas a nuestra izquierda en la oscuridad en una autopista desierta. Casi sin verlo impresionaban sus cimas nevadas. Pedro dormía atrás y Borja me acompañaba en la conducción. Ryan y Adam habían llegado desde Portugal y Sidney unas horas antes. Nos esperaban en el apartamento.
Todo y que no ha bombeado todos los días hemos podido disfrutar de la potencia y calidad de Killer al llegar. Dios mío, menuda ola. Tendré una sesión al anochecer clavada en la memoria para siempre. World Class y menos problemas para pillar olas que en casa. Se llama así porque las Orcas pasan por allí de vez en cuando. Tres de nosotros hemos visto una aleta en el horizonte. He ido rápido a por la cámara pero no ha vuelto a salir. Los pescadores no se han movido de allí, debe de haber un caladero..
Desde el apartamento vemos el pico, está en un lugar impresionante y tenemos de vecinos a unos galeses surferos unos veinte años mayores que nosotros. Longboarders. Se juntan todos los años para hacer algún surfari. Ojalá mantengamos la tradición como ellos. Que sigamos así muchos años. Será un buen indicador de que nuestras vidas van bien.
Cinco surfistas. Ronquidos, pedos, exploración y risas aseguradas.
Continuará...
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