Este fin de semana organizamos un minisurfari improvisado aprovechando un día sin lluvia. Pegarme el madrugón para recorrer ciento cincuenta kilómetros hacia el oeste con tres amigos en furgoneta para buscar una sesión me hace sonreír.
Salir un rato del entorno habitual y observar nuevos recovecos de la costa descubriendo que rompe una ola me hace feliz. Hace que me apetezca sacar fotos más de lo normal y alegra el ánimo.
Esta vez nos acercamos a la vecina Cantabria y aunque no fue un día de guía todos nos llevamos nuestras olitas con más o menos esfuerzo. Para mí una nueva ola. Y después, el premio, una buena comida en la mesa y a descansar. ¿que más se puede pedir?
En mi balcón solo ha sobrevivido el romero. Y con el frío y la lluvia tan fuerte que cae estos días el tio va y florece. Con la que está cayendo. Habrá que hacer como él. Florecer.
Ondo ibili kukureaders!
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