Gau on kukuoyentes de esta emisora imaginaria.
El 2 de febrero de 2014 no fue un día normal. El mes de los lobos (otsaila en euskera), comenzaba con una costa brutalmente arrasada por el maretón. La Mar estaba llena de objetos flotantes, troncos y diversos objetos de gran tamaño. Los puertos, espigones, comercios y viviendas cercanas al agua, mostraban una cara desencajada, arrancada, doblada y absurda.
El 2 de febrero de 2014 no fue un día normal. El mes de los lobos (otsaila en euskera), comenzaba con una costa brutalmente arrasada por el maretón. La Mar estaba llena de objetos flotantes, troncos y diversos objetos de gran tamaño. Los puertos, espigones, comercios y viviendas cercanas al agua, mostraban una cara desencajada, arrancada, doblada y absurda.
Se sentía en la piel el lamento, la preocupación, el miedo y
el respeto en la fría atmósfera de aquella jornada, el de un pueblo que conoce
las marejadas y su poder.
Había observado aquella ola en varios golpes de Mar en años
anteriores. Sospechaba que podría ser surfeada. Como diría el maestro Ibon
Amatriain por la tarde, no podía ser otro que AXI el que lo hiciera.
Aquél día mi mujer y yo fuimos a pasear. Me eché la cámara
al hombro y nos acercamos a la costa. Había aún grandes olas. Las primeras calles
desde el agua estaban cortadas, los servicios municipales estaban coordinando
la situación. Muchos habitantes deambulaban como en una especie de mal sueño.
Uno en el que no acababan de comprender qué había sucedido durante la noche.
Nos fueron llegando noticias del Tenis destrozado, los
barcos del pequeño puerto apilados encima de otros, algunos hundidos. Del
espigón de Gros partido en dos y un largo etc. de destrozos a lo largo de la
costa Cantábrica, como por ejemplo Lekeitio, La Salvaje o más allá el arrasado Museo
del Calamar Gigante en Asturias, con ejemplares únicos recuperados por La Mar
de donde salieron.
Un pálpito nos llevó a asomarnos a Igeldo por Tximistarri.
Hacía tiempo que no me asomaba por allí. Al divisar aquél Mar imposible, mis
pupilas se dilataron al localizar una moto de agua remolcando a un surfista. No
podía imaginar aquella coincidencia.
Cogí aire y apunté con un ojo cerrado justo cuando la moto comenzaba
a trazar su característica curva para (como dice Koala) jugar un rato con el
demonio.
Y así pude presenciar la última de tres olas surfeadas por
primera vez en Tximistarri.
Al bajar de la montaña nos cruzamos con la compañera de Axi
bajando al otro lado de Igeldo. Se había lesionado en esa ola y volvían a
puerto.
Poco más tarde pude hablar con él por teléfono desde el
hospital debido a un doloroso problema con su costilla.
Me limito a narrar su escalofriante relato:
“La Marejada era muy potente. Parecida a la anterior. Los
vientos eran más flojos pero menos favorables. Había contradicciones en los
mapas.
Koala ha sido mi valiente compañero en esta ocasión, ya que
Pablo debía atender una difícil situación de su local junto al Mar. Ha sido el
que me ha lanzado a las olas y asistido. Las condiciones eran horribles para
navegar. Estaba lleno de objetos flotantes con el agua muy sucia y esto se lo
pone muy difícil al jetski. Estaba complicado.
Hemos salido con dos motos cada uno en una por seguridad, en
caso de que una no funcionara y nos dejara tirados ahí afuera. Al llegar al
puerto de Donosti hemos flipado con los destrozos que allí había. Hemos dejado
una moto en el puerto amarrada a un barco grande y hemos ido a encarar la ola.
He surfeado tres olas. La primera la más grande.
La superficie iba lisa pero había baches que podías ir
absorbiendo. Se podían trabajar.
En la tercera ola en uno de esos baches me he caído. La ola me
ha sumergido en aguas calmadas y me ha tirado hacía arriba. Después he notado
un silencio absoluto y he notado que caía al vacío hacía el fondo; me ha
parecido eterno.
Cuando he vuelto a caer me ha metido tal sacudida que me ha
impactado mucho mentalmente; de repente me ha doblado hacia delante y eso ha
hecho que me lesionara la costilla, no ha sido una larga inmersión pero si
intensa como pocas, Al salir no podía ni coger aire, de pronto he notado una
presión en la caja torácica muy bestia.
Me venía encima otra gran espuma blanca con pared, me he
sumergido, he pensado:
- por favor no me sumerjas por favor.
Pero otra vez caída al vacío y lo mismo: sacudida. Me había arrancado la botella de oxígeno cuando contaba con ella. Le he dado la vuelta y he pensado:
- tranquilo Axi, nada de pensamiento negativo, hacia arriba y calma. Y así ha sido.
Koala ha venido a toda velocidad. Habíamos perdido el aro y me
ha dolido muchísimo subirme a la plataforma. He perdido la tabla y todo. Luego
no he podido conducir la moto de vuelta.
Esta nueva ola tiene potencial y veo posibilidades para
surfearla a remada tradicional.
Ondo ibili kukureaders!
Ondo ibili kukureaders!
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