Son mis ídolos. No mueven a masas ni a fotógrafos en torno suyo pero son los mejores surfistas del mundo. Llego con la furgo a la playa y Xanti ya está cambiado. Se ha puesto el neopreno y el chaleco salvavidas, que con él está más cómodo y flota más. Me saluda e inmediatamente me pregunta por su tabla. No puede más, se tiene que meter ya.
-Voy volando Xanti. Aquí la tienes, espérame un momento a que me cambie. Uretara!!! Pal agua!!!
Hoy Mari se ha maquillado un poco y se ha puesto una bonita camisa rosa. Vienen a grabar a su hija Ainhoa y a los demás. Vienen de un banco para documentar uno de sus proyectos benéficos. Ojalá les ayuden de verdad. Mucho más se tendrían que mojar. Pero bueno, nosotros a lo nuestro.
Ainhoa no para de descojonarse ni de preguntar por Xanti, creo que le gusta; el otro día en un ataque de hormonas le pegó un morreo al pobre que lo dejó sentado. Sergio se ajusta sus gafas como si fuera a pilotar un biplano; así no le escuecen los ojos dice. La verdad es que le van al pelo, ¡con la cara de velocidad que pone cuando está remando la ola!
Álex le ha cogido un poco de miedo a las más grandes pero seguirá progresando, le encanta hacer la broma del pez. Faltan Aitzol y Maria y algunos más que vendrán en próximas sesiones.
Ha sido determinante el hecho de trabajar tantos días seguidos con los niños. Cada vez tienen más confianza con nosotros, se relajan al entrar en el azul y chillan, se rien, patalean, interactúan y socializan. Ya saben a lo que vienen. Es un regalo para ellos.
Lo más fuerte es que además, surfean. Sergio ya se pone de pié solo. A Xanti lo lanzamos ya erguido pero avanza metros y metros y metros sobre su tabla, descojonándose. Álex fue el primero en surfear de pié. Ainhoa surfea tumbada como una reina..
Si me lo cuentan el primer día no me lo creo. Solamente necesitan que alguien crea en ellos y empuje todas sus habilidades al máximo, como lo que es, un juego, jugando.
