Aqui va la segunda parte de la historia de Esther Istar en Africa (ver entrada 84, Rabat 1). Tuve la suerte de estar en aquella fiesta. Allí nació todo o al menos, mucho. Gracias a los dos, por los textos, por las fotos. Dais humanidad y calidad a este pequeño rincón. Un abrazo grande...
Kuku
Las pérdidas o aprender a desapegarse.
Hace dos meses que lo pierdo todo. No soy la única responsable: la
última vez que vine a Rabat me robaron de la maleta la bolsa de aseo,
un anillo y una pulsera.
Ayer recuperé el pasaporte que perdí por casa. He liado a un
diplomático de la embajada y dos cuarteles de policia para que me
ayuden. He hecho enemigos en la comisaria1: se han reido de mi, se han
enfadado por mi antipatía y he aprendido a discutir mal. En la
comisaria 2 he hecho amigos.
También pierdo cosas por casa que no encuentro facilmente o que pierdo
para siempre.
En la sala de trapecio perdí otro anillo blanco.
El 7 era un número predilecto. El 7 de Junio me denegaron la beca que
pedí para trabajar en la uni.
El miércoles pasado vino un pájaro a casa, se sentó cómodo en una
baldosa de la terraza -no ocupaba más que una baldosa-, observó y se
relamió.
Al día siguiente Postre no estaba.
Dice mi amiga Adaisi que el ave se enamoró de ella, y que ella quiso
marcharse con él. Que de tal palo tal astilla, y como los habitantes
de la casa hicieron lo mismo en su dia, así salió la tortuga.
A mi me gustaba Postre.
Era alegre, cariñosa, tranquila y me acompañaba.
Yo creo que está muerta, pero me gusta la historia del pájaro que se
enamoró de la tortuga.
Medir dice que ya cumplió su función en esta casa.
Por último he perdido miedo -no todo- y tristeza.
He ganado un lote de alegria y sonrisas, si yo sonrío los demás
también lo hacen. Somos espejos hasta de quienes no nos gustan.
Me han traído conciertos y obras de teatro, exposiciones de foto...
todo un mundo para entender que las personas se expresan, mejor o
peor, pero que cada cual quiere mostrar algo. Las que se expresan con
amor me gustan más, pero eso también es una opción de cada cual.
Uno de los mejores regalos son un grupo de refugiados subsaharianos
que ya van con nariz roja. El otro día me dijo De Castro - nombre
digno- que ya no quería ir a Europa, que quiere volver a su país, y
aprender conmigo a ser payaso, porque, dice, 'seré el primer payaso
negro de mi país'.
También he requeteganado una alumna de trapecio con pasos de elefante,
se apunta a todo: al clown, a dar clases de castellano, a salir de
fiesta, a intimar, a regalarse...tengo una amiga en Rabat.
Y tengo un hogar cómplice y un compañero de viaje, empezamos el
trayecto hace un año y vamos en asientos contiguos, a veces nos
sentamos uno frente al otro, y otras veces al lado. Cuando nos toca de
espaldas y con el ceño fruncido aparece un revisor con pinta de 'hado
madrino' y nos hace un masaje.
He recibido a amigos que nos han visitado y a visitantes que se han
hecho amigos. Siempre han traido una historia por reflexionar, una
decisión que tomar, alguna ilusión con polvo que han soplado como
quien decide leer el libro de la biblioteca que tenía pendiente hace
años. Todos han dejado más de lo que ellos eran conscientes, y han
sentido que se iban llenos de todo lo que fue sencillo darles.
La comunicación me ha hecho también más libre: frases en árabe,
conversaciones en francés, más cartas cercanas de mi familia,más mails
largos -por fín!- de mi padre,y muchas ganas de saber de todos los
que estaban en otro lugar.
Sigue habiendo días en que se me tambalean las esperanzas en el ser
humano, pero he ganado comprensión, y no siento rabia. Me hago más
preguntas, y sigo buscando la forma de ayudar a quienes me encuentro,
y ahí es donde todo tiene sentido.
Y el número 7 me gusta.
El 29 de junio cumplo 29.
Hace un año que junté a quienes pudieron para hacer una fiesta en la
que cada cual dió lo que mejor quería. Yo no sabía que me iba a ir,
pero sí sabía que me estaba despidiendo.
Y después de un año resulta que esa fiesta no terminó.
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