Cerramos el viaje en Santiago, aunque no valga la peregrinación en furgo, llegamos. Coincidimos con la feria medieval y como las olas ya no acompañaban, después de unas fotos y unos pintxos, del tirón para casa. Hablar con una chica que pedía en la puerta de la catedral, búlgara, sin trabajo y con un crío, y con dignidad también. Un artesano de la madera que se escondía bajo su sombrero y que sospechosamente se parecía a Willy Uribe con veinte o treinta años de más,( quizás esté buscando inspiración allí para una nueva novela negra).
Una ciudad con un encanto especial, Santiago. Valle-Inclán la contempla desde su banco.
dimecres, de juliol 08, 2009
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