...corazón que no siente.
Botas de monte, mochila, neopreno, casco y tabla.
Estos días estoy recorriendo la costa de Euskalherria, pegándome grandes caminatas por distintos acantilados. Con tiempo y tesón se descubren sin duda lugares preciosos y solitarios; olas desocupadas, también.
Sin embargo, es precisamente en muchos de esos lugares donde existen kilómetros y kilómetros de costa con difícil acceso, donde la mar vuelca los desperdicios de la marea humana. Tristemente se produce una imagen desgarradora. Un lugar paradisíaco lleno de mierda. Cajas de plástico, juguetes, zapatos, latas, cientos y cientos de envases de todo tipo, hasta una rueda de tractor y un extintor oxidado..También aún, restos de galipot.
Todo esto se ve desde el aire también, desde esos flamantes helicópteros de los que dispone el Gobierno Vasco, que tan orgulloso está de sus playas, vamos, de nuestras playas. Señores, ¿a qué esperan para limpiar regularmente esas calas, auténticas joyas naturales? Ah claro, que eso no da dinero, qué iluso!
dilluns, d’octubre 20, 2008
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