La primera cogiendo la última olita tumbado hacia la orilla se giró la tabla clavando la quilla en el muslo, creo recordar al quedarse la tabla encajada en alguna roca del fondo.
La segunda, con un single fin, por llevar un invento demasiado corto, la tabla volvió hacia mí y al salir del agua me dio un toque en la frente.
Vamos, que en el agua somos casi como mantequilla para las quillas.
Si queréis ver el resto de fotos de la sección más gore de este blog, la de las lesiones, pinchad en "filetazos".


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