divendres, de juny 12, 2009

443 Daniel.



Erase una vez un gringo llamado Daniel. Tal día como hoy surfeaba en una calita de roca con su nueve pies. Era uno de los pocos lugares donde había olas, alrededor de medio metrito y el sol convertía en joyas las rocas que se veían en la remontada al tocarlas con su luz..
..explicó a dos chicos que allá por septiembre de 1977 y con tan solo 18 años fue a Mundaka para pasar un día y se quedó un mes. Aquél mes fue inolvidable para él y un par de amigos. Muy poca gente surfeaba Mundaka entonces y ellos alucinaron con el lugar y con la ola. Él deseaba quedarse a vivir allí y casarse con alguna lugareña, reía al explicarlo. En una de esas sesiones de septiembre, entraba una barca de arrantzales, pescadores de Mundaka. Volcaron con los golpes de las olas, y ellos que estaban surfeando allí, les rescataron. Los arrantzales no sabían nadar. Desde entonces se convirtieron en héroes para el pueblo y a donde quiera que fueran, no les permitían pagar ni un solo pintxo.

2 comentaris:

Josu ha dit...

No hay nada menos que la generosidad (en este caso solidaridad), y que esta sea respondida con gratitud.

Bonito relato.

Josu ha dit...

En vez de menos quería decir MEJOR.