No se habían percatado pero el lugar parecía de ensueño, la vista alcanzaba a lo lejos una calmada bruma, muy a lo lejos. Se percataron de la existencia de misteriosas construcciones hechas con troncos de madera.
Al ser un lugar dificilmente habitado por su remoto acceso, aquel trozo de costa recogía tesoros y desperdicios de alguna civilización incivilizada. Muchas botellas de diversos materiales, boyas, zapatos, bombillas y muchos troncos tallados por las olas.
Caminaron durante horas sorprendiéndose con cada objeto, con cara de sorpresa o de desaprobación por objetos que no deberían estar allí.
Finalmente, ante la presencia lejana de los posibles habitantes de aquellas primitivas cabañas sin techo, decidieron marchar, llevándose como trofeo un grande y pesado trozo de tronco como recuerdo de aquel lugar tan especial. También unas cuantas botellas contaminantes como muestra de respeto..
Los kukurustos emprendieron el camino de vuelta por el bosque, con su tronco a cuestas, abrazados y felices por haber descubierto aquél maravilloso lugar.
Kukurust, kukurustan, kukus, kukurustos allá van!!!












